Complejidad y filosofía, breves anotaciones históricas


La complejidad, como un nuevo paradigma, fragmenta en su contexto varios conceptos históricamente construidos y científicamente aceptados sobre el modernismo y el postmodernismo, con una propuesta vanguardista sobre la epistemología del conocimiento actual. Reunifica lo natural y lo espiritual, que fuera separado por Kant, al determinar el objeto de estudio de la ciencia, actuando de forma contraria a lo que expresó Rosseau, sobre cómo la ilustración era otra forma de esclavizar al mundo por cuanto solo las élites podrán acceder al conocimiento. Morín destaca que solo el conocimiento dará una libertad plena al individuo y la sociedad, aceptando a su vez su rol en el desarrollo del mundo en la edad planetaria. De Hegel, conocido como el padre de la dialéctica, retoma los pares dialecticos pero no como símbolos semióticos de realidades polarizadas, sino como su conjunción permanente en la construcción de un entorno de crisis y conflicto del cual emergen las acciones estratégicas de forma dinámica y cambiante ante la permanente incertidumbre.
De Marx, dialéctica pura en conflicto, toma la crisis permanente como el detonante estratégico para configurar la incertidumbre en la cual se sitúa el conocimiento complejo, sin embargo discrepa sobre el abandono a la historia y una alineación eminentemente económica, pues esto sería contrario a la multidisciplinaridad. Se aparta también de la noción de acciones laborales ausentes del sujeto, pues la complejidad propone que el individuo debe asumir plenamente su tarea en pos de un desarrollo justo y solidario. El utilitarismo no ha resuelto las grandes diferencias de desarrollo en el mundo, de la experiencia del pasado se puede afirmar que no es suficiente su aporte a la construcción de otro modelo, sino se inicia a contraponerlo en conflicto permanente con el futuro que tampoco ha sido útil en cuanto se ha disuelto en sus tendencias incumplidas. La incertidumbre ha demostrado plenamente porqué las supuestas predicciones, perfectas en su concepción, han fallado en los últimos 200 años, eso es la única certeza.

Por otro lado, y a diferencia de lo que plantea Darwin sobre que la evolución es adaptativa y física, Morín propone incorporar en el paradigma a la esencia cultural y metafísica del hombre, el individuo más allá de lo meramente físico es la única oportunidad para remediar la encrucijada de destrucción en la cual hoy habita. Al romper el estado de aparente confort, que lo destruye, se limita a un pragmatismo que ha dado pie al capitalismo financiero y consumismo sin límites, más allá de los recursos del mundo. No se puede entregar los recursos a extremistas políticos, financieros, que adopten una posición boudeleriana de su uso, tal como se ha visto suceder hasta hoy. La anarquía provocada en la sociedad, alrededor de las posturas filosóficas de Nietzsche, radicalizó la falta de compromiso entre seres humanos, favoreció el bienestar de solo pequeñas geografías que vieron en los últimos 100 años convertirse en grandes imperios. La solidificación de burguesías cada vez más poderosas exacerbó el resentimiento acumulado de las clases sociales en desventaja. Estados que entraron en franca confrontación bélica, estuvieron sustentados exclusivamente por un poder omnímodo. Los cambios son tan rápidos y radicales que tan solo se es capaz de retratar la cotidianidad de forma fugaz, por impresiones momentáneas.

Hay algo que está restringido y oculto, manifestó Freud, para establecer el no-bienestar humano. Hay que liberar la opresión de la mente, hay que dejar aflorar los deseos, liberarse del pasado y de la historia. Los ejes del sufrimiento están en las mismas sociedades y las represiones son cada vez más grandes. Esta represión ha ido embotellándose hasta que ha explotado en virulentos enfrentamientos por diferentes causas, lo que tan solo ha demostrado que no hay un modelo perfecto y que borrar la historia no fue una premisa válida. La complejidad la confronta con su dialéctica, el bucle entre el pasado y el futuro son necesarios para establecer el bienestar presente.

Por otro lado, Emerson, reafirma y profundiza en aseverar sobre el modelo de crisis que vive el mundo, manifiesta que no se necesita de heridas para sentirse vivos. El mundo debe reinventarse. Plantea que hay que marcar una etapa de resilencia opuesta al conformismo, hay que reinventarse siempre. Una no conformidad que da paso a otros posibles paradigmas, va denotando un gastado positivismo y un atroz modernismo. Aparecen filósofos como Ludwig Wittgenstein (miembro crítico del Círculo de Viena) que le dan al lenguaje una nueva dimensión, lo amplían en su entorno donde varias palabras pueden tener varios significados según la cultura o los usos, introduce la idea de que es posible construir y re-crear un nuevo conocimiento a partir del lenguaje, aprender desde la vida cotidiana. Cuando el Círculo de Viena menciona en su manifiesto que éste “no se contenta con producir trabajos colectivos como un círculo cerrado; sino que procura tomar contacto con corrientes vivas contemporáneas, en tanto compartan de manera cordial la concepción científica del mundo y se aparten de la metafísica y la teología” (Neurat, 1987) denota un intento desesperado por sobrellevar la decadencia del modernismo netamente positivista y se nota que a este momento histórico existe un grupo considerable de cientistas que están abriendo paso a nuevas propuestas metodológicas y nuevos paradigmas.

La llamada teoría critica, uno de los productos de la escuela de Frankfort, profundiza los interrogantes existenciales. Horkhaimer y Adorno establecen una propuesta filosófica que demuestra que los avances tecnológicos, resultados de una ciencia positivista, está alejada de la humanidad, pues ha sido creadora de elementos que aceleran la destrucción ambiental o de armas de alta destrucción, la tecnología se usa para dominar el mundo, el sujeto domina el conocimiento para someter a otros. El conocimiento es una forma de manipular a las masas y eso eventualmente serán las semillas de la destrucción, la estandarización es otra forma de coerción social pues facilita el control, el totalitarismo, y el fascismo. Proponen que hay que migrar a la reflexividad y, aunque no dan soluciones finales, buscan otras alternativas para el conocimiento y desarrollo como la recuperación del arte, que al no estar inmiscuida en la ciencia, ofrece historia y una puerta para escapar del positivismo. Hay que salir del totalitarismo de la ilustración.

Para Foucault, el positivismo estudia al mundo como es, sin dar lugar a plantear como podría ser. La historia es un proceso importante para observar cómo ha sido forjada la dominación en la cual se ha tratado de reprimir todo desperfecto que se desajuste de lo normal. El mundo debe plantearse ¿cómo autodesarrollarse sin crear nuevas opresiones? Se debe propender de forma seria ir a una política del buen vivir. En este nuevo espacio de diálogo que abre la historicidad del modernismo y del postmodernismo, surge la complejidad como un paradigma que rescata el trabajo común, el sujeto situado de Guiddens y Bourdieu, la historia que se transmite en su campo y su habitus, afrontando un reto en la era planetaria del mundo que busque como superar toda forma de represión, intelectual, social, étnica, religiosa, etc. La complejidad es un paradigma que en vez de dividir, alberga la multidisciplinariedad como base a un nuevo conocimiento. En esta, la era planetaria, el mundo está en el ecuador del umbral del último aviso, antes de desencadenar una declinación profunda y sin límites, o por el contrario restablecer mediante la crisis valores humanos de convivencia. Los rezagos del modernismo y del postmodernismo deben ser enfrentados desde la generación de un nuevo conocimiento al servicio de un nuevo renacimiento de la humanidad.

Por Enrique Cabanilla

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